El destino que debe romperse, aunque duela, debes soltarlo. Porque cuando llega el destino, cortará todo de raíz. ¿Crees que puedes escapar de ello? Eres demasiado ingenuo. A menudo decimos: cuando las estrellas giran, las puertas del cielo se abren; cuando los años cambian, las venas de la tierra se activan. Esto significa que en la vida, lo que crees que es casualidad, en realidad está predestinado por el cielo. Las deudas que deben pagarse, los destinos que deben cumplirse, ya están marcados con cinabrio en la pluma del juez. Por eso se dice que el destino es como una cadena; si quiere que salgas a la hora del tigre, no podrás esperar hasta la hora del conejo. Aunque el camino adelante sea difícil, debes atreverte a enfrentarlo; aunque el sufrimiento sea intenso, debes tragarlo. Porque el taoísmo cree que el cielo y la tierra son en sí mismos un horno de alquimia; si no puedes ser refinado de esta piedra obstinada, ¿cómo podrás forjar el camino del oro?
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