La libertad de expresión casi siempre cuesta algo - personal, profesional, financiero o de otra manera - es por eso que ves a tantas personas permaneciendo en silencio ante el inimaginable e inquebrantable horror que se ha infligido a Palestina. En resumen.
Hay una joven palestina de la misma edad que mi hija mayor a la que he estado siguiendo durante mucho tiempo. Su nombre es Renad. Ha estado compartiendo recetas y comidas de Gaza, así como sus experiencias, durante años. Recientemente se ha vuelto muy delgada, perdiendo peso cuando debería estar ganándolo como mis hijos aquí en Australia. En cambio, habla de intentar llegar a las cajas de ayuda sin ser asesinada. Es tan valiente y pienso en ella cada mañana cuando alimento a mis propios hijos con su desayuno. Mi corazón duele por ella, su familia y el resto de la gente en Gaza que actualmente está sufriendo y asustada.
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