En 2018, Roger Federer se alejó de un contrato de $100M con Nike. No por Adidas. No por Reebok. Apostó por una startup suiza desconocida que fabricaba zapatos con mangueras de jardín. Todos pensaban que estaba loco, pero ese movimiento lo convirtió en billonario. Aquí está la apuesta más loca en el negocio del deporte:
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