Me doy cuenta poco a poco de que, al enfrentar pérdidas significativas y estar al borde del fracaso, la parte más dolorosa a menudo no es la pérdida de dinero, sino el colapso emocional. Esto se llama la barrera emocional en filosofía; algunas personas pierden el control emocional y quedan atrapadas en el pensamiento de por qué perdí. Por ejemplo, hoy acabas de depositar una suma de dinero en tu billetera, listo para comprar un meme, y de repente, tu billetera es robada. La primera reacción suele ser shock y negación: ¿cómo puede ser que me pase a mí? ¿Por qué sucedió esto? Este golpe repentino puede desestabilizar a una persona por completo. En los días siguientes, tal vez no puedas dormir bien, no puedas comer, y tu mente esté llena de arrepentimientos y frustraciones, sintiéndote cada vez más angustiado, incluso podrías llegar a tomar decisiones extremas. Pero la vida es un largo viaje, y es inevitable tropezar con piedras en el camino. La clave no está en si caemos, sino en si elegimos seguir adelante después de caer. He visto a demasiadas personas que, tras tropezar, nunca se levantan, pasan media vida girando alrededor de esa piedra, desgastándose con ella, y finalmente pierden la oportunidad de disfrutar del paisaje futuro. Eso es el verdadero fracaso. Así que, aunque caigas y duela, recuerda mirar hacia arriba y seguir adelante.
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