Las criptomonedas no necesitan vacíos regulatorios para ganar. Solo necesitan que la ley reconozca los hechos: 🔹Los desarrolladores no son transmisores de dinero—no controlan los fondos de los usuarios. 🔹Los protocolos DeFi no son intermediarios—no custodian activos ni realizan transacciones. 🔹Los tokens de red no son valores—nadie controla su valor, suministro o funcionalidad. Ese reconocimiento no requiere exenciones especiales, pero sí requiere legislación para reconciliar marcos legales obsoletos con una tecnología que elimina los mismos riesgos que esas leyes estaban destinadas a mitigar—riesgo de custodia, control discrecional y asimetría de información. Si logramos esa claridad, las criptomonedas ganan — toda propiedad se convierte en criptografía (h/t @balajis). Pero si presionamos por un tratamiento especial donde no está justificado—para actores que sí controlan fondos, realizan transacciones o venden intereses de capital sintético en actividades comerciales—no solo perdemos los principios que sustentan la industria, sino que invitamos a las estafas, fraudes y colapsos que podrían ser su perdición. Las criptomonedas ganan siendo mejores, no negando reglas que aún importan.
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