Un gran ego te hace frágil. Te hace sordo. Dejas de escuchar retroalimentación, dejas de hacer preguntas, dejas de aprender. No solo bloquea el crecimiento, sino que invita a la declinación. Te convence de que las reglas no se aplican, de que tu éxito durará sin los hábitos que lo construyeron. Ten cuidado.
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