La puntualidad es la premisa más básica de la conciencia. Eres consciente de un lugar y un tiempo y planificas en consecuencia. Llegar tarde, para todo, siempre, muestra una falta distintiva no solo de respeto, sino de cognición básica. Si no entiendes la causa y el efecto, no puedes ser de fiar. No hablo con nadie que llegue tarde a las cosas. Dijimos a las 10. Llegaste a las 10:15. Luego lo hiciste de nuevo. Con el segundo aviso, estás instantáneamente exiliado. Excomunicado. No puedo confiar en ti. No me envíes un mensaje cuando tu hijo esté enfermo y necesites pedir dinero para una operación que salva vidas. La respuesta es no porque llegaste tarde al gimnasio hace 6 años. Si supieras cómo ser puntual, quizás serías rico como yo. Te odio. Eres escoria humana.
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