La fragilidad de la orquídea es un instrumento finamente ajustado para la niebla que la rodea. Evolucionó no para tormentas, sino para gotas de lluvia. Su hermosa ingeniería solo tiene sentido cuando se ve en el contexto de su hogar húmedo y sombreado. Elimina la niebla, y la orquídea muere. El hábitat precede al hábito. El entorno autoriza la esencia.