La diferencia entre las promesas capitalistas y socialistas es la realidad misma. El capitalismo te dice la verdad incluso cuando es incómoda. Dice que el éxito debe ganarse, que la vida no es justa y que nadie te debe un sustento. No promete facilidad; promete la libertad de ascender tan alto como tu esfuerzo y habilidad te lleven. Sus promesas tienen peso porque se basan en causa y efecto, no en deseos y decretos. El socialismo, en cambio, prospera con mentiras reconfortantes. Te dice que tienes derecho a lo que otros producen, que la envidia es justicia y que las leyes de la economía y la naturaleza humana pueden ser ignoradas si gritas lo suficientemente fuerte. Pretende que la escasez, el esfuerzo y la consecuencia pueden ser votados. El capitalismo es honesto sobre el costo y la recompensa. El socialismo niega ambos, hasta que la realidad cobra la deuda.