el crimen solía ser genial. planos esparcidos sobre mesas de comedores, relojes sincronizados, apodos como "Switch" y "Glove." se vestían para el gran golpe con trajes planchados y dejaban su tarjeta. ahora, son piratas de porche en pantalones de chándal robando plástico. sin estilo, sin código. los europeos están reviviendo el arte del crimen bello.