Los chinos tienen tres sueños en la política: el primero es el "sueño del emperador santo", que espera tener un buen emperador para que el pueblo pueda disfrutar de una era de paz y prosperidad. Si este sueño se rompe, entonces se tendrá el segundo sueño, el "sueño del buen funcionario", que espera que aparezca un buen gobernante que actúe en beneficio del pueblo. Si este sueño también se rompe, entonces aparecerá el tercer sueño, el "sueño del caballero", que espera que surja un héroe que elimine la violencia y mantenga la paz, castigando a los malvados y protegiendo a los ciudadanos. Ninguno de estos sueños parte de uno mismo.