En los últimos años, muchos jóvenes se han acercado a la fe a través de las redes sociales, programas exitosos y testigos cristianos populares en línea. El peligro es que una fe descubierta en línea se limita a experiencias individuales, que pueden ser intelectualmente y emocionalmente reconfortantes, pero nunca "encarnadas". Tales experiencias permanecen "desencarnadas", desconectadas del "cuerpo eclesial."