Tengo un presentimiento de una América en el tiempo de mis hijos o nietos -- cuando los Estados Unidos sean una economía de servicios e información; cuando casi todas las industrias manufactureras se hayan ido a otros países; cuando impresionantes poderes tecnológicos estén en manos de muy pocos, y nadie que represente el interés público pueda siquiera comprender los problemas; cuando la gente haya perdido la capacidad de establecer sus propias agendas o cuestionar con conocimiento a aquellos en la autoridad; cuando, aferrándonos a nuestros cristales y consultando nerviosamente nuestros horóscopos, nuestras facultades críticas en declive, incapaces de distinguir entre lo que se siente bien y lo que es verdad, deslicemos, casi sin darnos cuenta, de nuevo hacia la superstición y la oscuridad...