Adrien Brody perdió 30 libras en solo seis semanas para El Pianista (2002), sobreviviendo con una dieta casi de inanición de té verde y verduras. Para sumergirse completamente en la soledad del personaje, vendió su coche y su apartamento. La transformación extrema lo dejó luchando con insomnio, ataques de pánico y un trastorno alimentario.