En Europa, la sobrerregulación se ha convertido en un negocio mafioso que exprime la economía real como un parásito: es un esquema clásico de protección y extorsión disfrazado de ley. La regulación ya no se trata de seguridad o estándares; Es una extorsión en la que el precio de la existencia es un tributo perpetuo a una clase burocrática que no produce nada. El genio del Estado moderno de Europa Occidental radica en su capacidad para convertir la falta de productividad en un servicio obligatorio. Hemos llegado a un punto en el que es más rentable auditar una fábrica que dirigirla. Esta clase parasitaria ha creado una estructura legal laberíntica tan complexa que ninguna pequeña empresa puede navegarla sin contratar guías "autorizados". Las regulaciones son el arma anticompetitiva definitiva. A las grandes corporaciones les encantan porque tienen los "departamentos de cumplimiento" para asumir el coste. Para la startup o el negocio familiar, una nueva directiva de la UE es una sentencia de muerte dictada en un sobre manila. La regulación moderna "basada en valores" es la última evolución del esquema de protección. Obliga a las empresas a gastar miles de millones en informes puramente performativos, desviando capital de la investigación y desarrollo hacia los bolsillos de un cártel de auditoría "verde" que se basa en indulgencias morales en lugar de en un impacto ambiental real. Estamos gobernados por personas que nunca han tenido que pagar una nómina ni gestionar una cadena de suministro. Para ellos, una regulación de 500 páginas es un "marco"; Para la persona en el suelo, es una llave de estrangulamiento. El parásito ha crecido tanto que ahora cree que es el cuerpo, sin saber que su propio peso es lo que arrastra toda la estructura a la tierra