Lo más ridículo es que algunas personas, después de ser moldeadas en herramientas afiladas, se obsesionan con su papel, sumergiéndose en los elogios de los demás por su agudeza, sin poder liberarse. Después de muchos años, en la quietud de la noche, de repente se dan cuenta de que algo no está bien; en la distribución de beneficios, solo han cosechado algunas sobras, pero no saben cómo romper el ciclo, y ya es demasiado tarde.