Recuerda que, sea como sea que te jueguen o por quién, tu alma está en tu propio cuidado, aun cuando quienes presumen jugar contigo sean reyes o hombres de poder. Cuando te presentes ante Dios, no podrás decir: "Pero otros me dijeron que hiciera así," o que la virtud no era conveniente en ese momento. Esto no será suficiente. Recuerda eso.
2,18K