RFK Jr. expone la verdadera razón por la que se suprimieron el Ivermectina y la Hidroxicloroquina En una revelación sorprendente, RFK Jr. desvela los motivos ocultos detrás de la agresiva supresión del ivermectina y la hidroxicloroquina durante la pandemia de COVID-19. Estos medicamentos—ambos con décadas de seguridad comprobada y miles de millones de dosis administradas—fueron sistemáticamente desacreditados, no por razones médicas, sino por razones legales y financieras. En el corazón del asunto: una ley federal poco conocida que prohíbe a la FDA otorgar la Autorización de Uso de Emergencia (EUA) para vacunas si se demuestra que algún medicamento existente y aprobado es efectivo contra la enfermedad objetivo. Si se hubiera reconocido que el ivermectina o la hidroxicloroquina eran efectivos contra el COVID-19, la EUA para las vacunas habría sido ilegal. ¿El resultado? Un imperio de vacunas de 200 mil millones de dólares podría haber colapsado de la noche a la mañana. A pesar de la creciente evidencia—incluyendo 17,000 médicos firmando peticiones y numerosos estudios revisados por pares—funcionarios como Tony Fauci lideraron una campaña implacable para desacreditar estos tratamientos. El ivermectina, un medicamento galardonado con el Premio Nobel, fue desestimado como "medicina para caballos", mientras que la hidroxicloroquina fue falsamente etiquetada como peligrosa. ¿El objetivo? Asegurarse de que las vacunas siguieran siendo la única solución "aprobada". Pero, ¿por qué continuaron los ataques incluso después de que las vacunas recibieron la EUA? La ley parece requerir que se revoque el estado de EUA si surge un tratamiento funcional. El incentivo para "matar" el ivermectina y la hidroxicloroquina nunca fue sobre ciencia—fue sobre proteger un imperio financiero. Expertos líderes, incluyendo a Harvey Risch de Yale y el Dr. Peter McCullough (el médico más publicado en su campo), han tratado con éxito a decenas de miles de pacientes con COVID con estos medicamentos. Su conclusión, respaldada por datos: Se podrían haber salvado medio millón de vidas americanas. Esto no es solo un escándalo médico—es una traición a la confianza pública. La pregunta sigue siendo: ¿Cuántas vidas se perdieron para proteger una narrativa?