Interesante... Lo que resuena para mí es el reconocimiento de que los principios no se tratan de totalizar el control, sino de servir como barandillas... evitando que te dejes llevar por un acantilado y asegurándote de que las justificaciones inteligentes del momento no traicionen el objetivo más profundo. Pero sin datos, esas barandillas se convierten en muros, y confundes "quietud" con estabilidad, muchos de esos casos. En los sistemas, ya sea de gobernanza, criptografía o ajedrez, el progreso proviene de la oscilación, ergo comprometiéndose con los principios cuando los mares están agitados, adaptarse pragmáticamente cuando las aguas se calman. así que personalmente creo que la habilidad dorada no es elegir uno sobre el otro, sino saber cuándo apoyarse en cuál. Lé balance.