En otras palabras, el estado va a tomar dinero de personas que no tienen hipoteca y luego transferirlo a quienes sí la tienen. Como está claro para todos que esta es una medida estúpida e injusta que solo los populistas de tercera clase darían, señala a un chivo expiatorio: los bancos. Por supuesto, nada ha impedido que el gobierno tome medidas valientes para facilitar la competencia en la industria bancaria. De hecho, este es otro ámbito en el que su impotencia es evidente.