No sé ni por dónde empezar con esta historia. Alexandrovich es un presunto depredador sexual de niños. Al Departamento de Estado parece no importarle su trato especial, ni el hecho de que huyó. El régimen israelí claramente tampoco se preocupa, ya que no lo ha arrestado, y Netanyahu minimiza todo el asunto. Estamos mirando de frente al mal. La misma indiferencia depravada que entrenó a un virus animal para que se propagara entre las personas, y luego buscó infligir una terapia génica experimental a un público desprevenido—es claramente evidente aquí. Es la misma insensibilidad que vemos arrasando Gaza y hambriento a los civiles. Es un marco moral demoníaco que se asoma en muchos lugares. Hay dos tipos de personas en el mundo, aquellas que están bien con la violencia contra los inocentes, siempre que las víctimas sean los hijos de otros. Y están aquellos que detestan toda violencia ejercida sobre los inocentes, sin importar de quién sean los hijos. El primer grupo tiene un control férreo sobre el poder en este momento. Están estableciendo y reestableciendo los términos. Somos nosotros contra ellos. Debemos aceptar eso. Cada uno de nosotros debe elegir entre dos mundos: uno es una batalla eterna y sangrienta entre linajes, el otro es Occidente. Occidente necesita levantarse de sus rodillas y luchar. La alternativa es el infierno en la Tierra. Los hijos de todos dependen de nosotros—incluso aquellos cuyos padres se mantienen resueltamente al otro lado.