En la empresa, ser demasiado temprano puede ser tan costoso como llegar demasiado tarde. Un fundador puede tener la idea correcta, el equipo correcto, incluso señales claras del mercado, pero nada de eso importa si el momento no es el adecuado. Aprendí esto de la manera más difícil cuando respaldamos a una startup llamada Opas, que aprovechaba la IA para la observabilidad y el análisis de la causa raíz en sistemas complejos. Parecía que habíamos encontrado un ganador. La idea tenía mucho sentido, había un ajuste entre el fundador y el mercado, y la diligencia debida tuvo una inmensa respuesta positiva. Todas las empresas con las que hablamos confirmaron el punto débil y expresaron interés en una solución. Pero en la práctica, incluso con un gran equipo, nunca llegamos a PMF. Mi misión personal fue ayudar a la empresa a tener éxito. Incluso actué como su SDR, manejando el alcance en frío yo mismo, presionando por la adopción... Pero el mercado no estaba listo. Iteramos constantemente, pero el momento simplemente no estaba allí. Avance rápido, la categoría está en llamas, la pila tecnológica se ha puesto al día y los capitalistas de riesgo están luchando por las apuestas de observabilidad de la IA. Fue una experiencia humillante, pero también un recordatorio de una de las verdades más difíciles en la empresa: puedes hacer casi todo bien y aún así perder si el momento no es el adecuado.