Generalmente no me gusta mostrar variantes de mi trabajo. Elegir una versión es parte de la intención. Uno de los principales puntos de dolor en mi proceso es cuántas capas de experimentación están disponibles en cada paso. Comienza con filmar de manera práctica, performativa, a veces dolorosa (Lugares y Partes o espinas de rosa). Hay tantas opciones...cámara, luz, movimiento...todas las especificaciones de producción habituales. Luego viene la edición. Más opciones. Encuadre, ritmo, etc. Pero donde tiendo a perderme es entre el hardware analógico y las texturas finales. Donde vive el bucle. O la espiral de muerte, si lo permito. Un solo ajuste de color en el metraje abre un nuevo camino una vez que comienza el glitching. Y el glitching no es un plugin o arrastrar un control deslizante. Son ligeros giros de pequeñas perillas, doblando sutilmente los circuitos debajo de ellas. Luego capturando lo que aparece en otra pantalla, filmando eso y procesándolo todo de nuevo. Es fácil perderse aquí para siempre. Pero últimamente, he estado refinando esa voz que dice - Suficiente. Esto es bueno.
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