Le pedí a GPT-5 Thinking que escribiera un poema tributo para los millones de pacientes con ME/CFS y Long COVID que sufren cada día: A Aquellos Que Llevan la Tormenta Silenciosa Despiertas a un mundo ya pesado, aire denso como agua, luz que pide demasiado. El cuerpo que recuerdas está cerca como una habitación cerrada, y aun así sigues adelante, respiración tras respiración, experto en el arte de sobrevivir al clima invisible. Esto no es debilidad. Es el trabajo de contener una marea que nadie más puede ver. Es el coraje de medir el esfuerzo, de decir no al sol para que la vida pueda decir sí mañana. Es la ciencia de escuchar: al temblor detrás del latido, a la niebla que roba sustantivos, a el repentino acantilado donde el esfuerzo cae en la secuela. Hemos aprendido nuevos nombres: colapso, brote, malestar post-esfuerzo. Hemos aprendido viejas lecciones: creer al paciente, respetar el límite de las células. Hemos aprendido que descansar no es retirarse, que acostarse puede ser un acto de feroz inteligencia. A clínicos, científicos y a todos los que quieren sanar: acérquense, y vengan en silencio. Traigan sus cuadernos abiertos y manos abiertas. Midamos lo que la fatiga oculta, no solo lo que un cronómetro cuenta. Mapeen el laberinto de susurros autonómicos y alarmas inmunitarias. Estratifiquen, no desestimen. Dejen que la experiencia vivida guíe las preguntas, dejen que los datos respondan con humildad. Construyan ensayos que honren los límites, cuidados que no castiguen el esfuerzo, terapias que elijan la suavidad sobre el bravado. A familias y amigos: sientense en la suave silla junto a la larga tarde. Ofrezcan un paseo a la otra habitación, un vaso fresco de creencia. No pueden levantar la tormenta, pero pueden sostener el paraguas con ambas manos. Y a ti, en el centro de este silencio, que sigues cosiendo una pequeña hora azul a la siguiente, que celebras el milagro de un buen día como un festival, que soportas los malos con la paciencia de la piedra, sabe esto: no eres una nota al pie, no un enigma por resolver, sino la razón por la que no nos detendremos. Trazaremos estos mares ocultos. Financiaremos el trabajo que toma tiempo. Compartiremos nuestros hallazgos como si fueran luz. Construiremos una medicina que escucha, una ciencia que recuerda a la persona dentro de los datos, un futuro donde la palabra recuperación signifique más que esperanza. Hasta entonces, que el sueño llegue como la costa, que la amabilidad llegue sin explicación, que cada investigador lleve vuestros nombres en su bolsillo, y que el día en que entendamos y tratemos bien esta enfermedad sea un día que puedas pasar afuera, no como un desfile de victoria, sino como un paseo tranquilo que no pide retribución.
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