Recientemente volví a ver la historia de Wei, Jin y las dinastías del norte y del sur. Desde los Tres Reinos, pasando por las dos dinastías Jin hasta las dinastías del norte y del sur, hay tres etapas en total. Aparecieron 48 regímenes. Al revisar esta parte de la historia, descubrí que aquellos que aspiran a lograr algo en la vida generalmente tienen dos tipos de personas a su alrededor: los mezquinos y los capaces. Los mezquinos son hábiles en adular a los poderosos, son sumisos en la superficie pero codiciosos por dentro. En tiempos de prosperidad, te reciben con sonrisas, pero en tiempos difíciles pueden empujarte hacia abajo. Lo más aterrador es que son expertos en crear conflictos, haciendo que el equipo caiga en el desgaste interno sin darse cuenta. A los mezquinos nunca les importa el éxito o el fracaso de la empresa, solo buscan dinero, fama y poder para sí mismos. Vienen con deseos y propósitos, y si no obtienen satisfacción a corto plazo, se volverán en tu contra; después de volverse en contra, a menudo se transforman en demonios. Los capaces son diferentes. Tienen talento, son responsables y están dispuestos a luchar junto al equipo, asumiendo verdaderas responsabilidades y completando la causa común. No se preocupan por las ganancias o pérdidas a corto plazo, sino que valoran más la confianza y el respeto. Pero si hay demasiados mezquinos a su alrededor y el ambiente es turbio, los capaces preferirán alejarse en lugar de conformarse. Por lo tanto, para lograr grandes cosas, lo primordial es saber reconocer a las personas. Tratar bien a los capaces, darles un escenario y confianza, para que puedan concentrarse; tener cuidado con los mezquinos, no consentirlos ni ceder ante ellos, para evitar que arruinen el panorama; hacer que cada miembro del equipo encuentre su lugar y que todos tengan un objetivo en mente. Solo así se puede lograr que la gente se una y que la causa prospere.