1/8 Reuters: "Los principales líderes de China se han comprometido a apoyar una economía que enfrenta varios riesgos, gestionando lo que se considera una competencia desordenada y reforzando los recortes de capacidad en industrias clave en la segunda mitad del año."

2/8 Al igual que la promesa de aumentar el consumo, la promesa de reducir la capacidad en industrias que sufren de sobrecapacidad se basa en un fracaso por entender las causas del problema. Ni el débil consumo interno ni la capacidad excesiva son causados por la supervisión administrativa.

3/8 Cada uno es la consecuencia estructural de un modelo de crecimiento en el que deben cumplirse objetivos de crecimiento del PIB excesivamente altos, siendo el principal motor de este crecimiento las transferencias del sector doméstico para subsidiar la inversión y la manufactura.

4/8 Si Pekín reduce la capacidad en industrias que sufren de sobrecapacidad, ¿cómo puede China alcanzar su objetivo de crecimiento del PIB excepto forzando a los gobiernos locales a crear capacidad adicional en infraestructura, o trasladando la sobrecapacidad a otros sectores manufactureros?

5/8 La prueba está en el pudín. A medida que la deuda se inyecta en diversas formas de inversión, si esta inversión estuviera justificada económicamente, el PIB de China crecería al menos tan rápido como el crecimiento de la deuda utilizada para financiar la inversión.

6/8 El hecho de que la deuda esté creciendo mucho más rápido sugiere que la solución de Pekín al sobreinversión en un sector de la economía siempre ha sido cambiar la dirección del crédito de maneras que crean sobreinversión en otro sector de la economía.

7/8 El punto es que solo será cuando la mayor parte de la creación de crédito se dirija a impulsar el consumo, o cuando Pekín esté dispuesto a tolerar tasas de crecimiento del PIB mucho más sostenibles, que el bajo consumo o la competencia de precios excesiva comenzarán a resolverse.

8/8 La ironía es que las caídas de precios "viciosas" han sido probablemente la forma más efectiva de aumentar la participación de los hogares (y el consumo) en el PIB, a expensas de las empresas y, eventualmente, de los gobiernos locales, en cuyo caso "resolver" un problema puede simplemente empeorar el otro.