Las startups no fracasan porque no puedan atraer a personas inteligentes. Fracasan porque esas personas inteligentes no pueden hacer que su trabajo encaje. El mito dice que contratar talento resuelve la ejecución. En realidad, el talento sin un entorno es una carga. Cuanto mejores son las personas, más rápido se frustran cuando el terreno sigue cambiando, cuando las decisiones se estancan, cuando falta claridad. Esa frustración no se queda en silencio. Se propaga. He visto a fundadores contratar ingenieros de clase mundial y ver cómo se estancan porque las prioridades cambiaban cada semana. He visto a especialistas en marketing con un historial destacado reducirse a hacer presentaciones que nadie lee porque no existían ciclos de retroalimentación. Estas no eran personas mediocres. Eran algunos de los mejores en sus campos. Y aun así, regresaron a un rendimiento promedio porque el entorno castigaba su capacidad de contribuir. El verdadero trabajo de un fundador no implica recopilar currículos brillantes. El trabajo es construir un sistema donde las personas brillantes puedan trabajar sin fricciones. Eso significa claridad en lugar de caos. Retroalimentación rápida en lugar de silencio. Una forma de trabajar que componga el esfuerzo en lugar de dispersarlo. El talento es energía potencial. Lo que lo convierte en cinética es el entorno.
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